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martes, 15 de marzo de 2016

El nido

No siempre nos caemos de la misma forma.

Existe la piel como un paraíso del hombre
como cuando tocamos la soledad de un pájaro
que se quedó sin madre demasiado temprano.
(Mirame amor este es un tiempo de pájaros 
                                                      ¿te enteraste?).

Existe sobretodo el nido
la gran canción de sabernos mundo
como cuando lamemos el silencio en las cosas de siempre
y lloramos un poquito porque sí.

La herida como nuestro lugar secreto
como una confesión demasiado oscura
                                                        para amar.
No siempre caemos de la misma forma.

El corazón también sabe de caer y de piar
de esconderse en matorrales como un niño jugando
                                                 a matar hormigas
(las hormigas siempre saben del dolor y del olfato).

Pará dejame decirte algo:
no es posible llorar bajo la luz.
Caer es otra forma de rasgar el cuerpo      el ala
de iluminarnos el rostro al recordar el nido abandonado.

Pogámonos de pie.
Hablar del nido es siempre caer de alguna forma
cortar la rama
aventarse contra las piedras      comenzar.

Vienen los pájaros y las hormigas:
Acá comienza realmente el poema amor.



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