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viernes, 23 de agosto de 2013

Cuatro lados



La misma vista desde otra ventana. 
Hoy traté de ver algo distinto en el retrato; un auto melancólico recién lavado, los perros restregando su falta de humanidad por el suelo, el humo piadoso del sol en la calle, el tío por supuesto sin bañar, un par de piernas que sólo cruzan el momento y a quién le importa lo demás.
Cuando uno se queda sin qué ver -de tanto ver lo mismo- todo le parece absurdo, hasta la propia existencia, hasta el viento que de la nada se consigue una voz para decirnos un yo qué sé.
Lo cierto del caso es que la ventana, egoísta como el mundo, muestra solamente lo que quiere.

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