Vengo de un tiempo de silencios
en este preciso momento
alguien calla conmigo
(conmigo en cualquier parte que no es aquí conmigo)
en el abismo febril
mecanizan mis sentidos
Allá afuera todos van
nadie viene
Voces abanican la noche
de los pasos del hombre
de sus falanges oscuras y tibias profanidades
EN LAS HOJAS DORMITAN GRILLOS RESONANTES
Un segundo se hace de otro que yació
en la cúpula del viento
Los ojos están donde otros ojos estuvieron
(un dios detrás de dios)
Allá afuera hay piel bajo la piel del muerto.
Vengo de ese abismo de la palabra
del arremeter, del sucumbir,
del ladrar hacia los perros,
hacia las perras,
hacia los tigres ancestrales,
hacia las paredes inmensas
que nunca dicen nada cierto.
(¡Qué poco sé de dónde vengo!)
Esto queda:
amarrarme a este hueso
que nunca nadie escarba
Punzarme con la duda
con la lengua masoquista
de esas voces que no son más que una:
La misma voz que enciende las fogatas
y no apaga los incendios
Encerrarme en la tragedia rutinaria
en el rumor etéreo de puertas cayéndose de feas
de autos, máquinas enfermas, que no van hacia ninguna parte
(yo vengo, no voy.
Ir es que alguien espere
que yo llegue)
La noche sacó a pasear a sus espectros
el mundo se llena con nombres que conozco
Todos los nombres son una sola mentira.
Aquí nada es epidérmico
(nadie toca este silencio conmigo)