crea clavos en la cama.
Cuando la espalda extendida se rasga
con el puñal de la soledad.
Es el karma que duerme bajo la almohada
con un revólver apuntando a la memoria.
Avalancha de palabras exiliadas
que obstruyen el orificio de los ojos.
Acostarse duele y más de noche
cuando las cobijas son plantas carnívoras
que devoran lágrimas.
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